Comparto en este blog mis inquietudes: videos; lugares hermosos que me rodean y merecen atencion; aplicaciones y enlaces web que no pesan en nuestros dispositivos; mis dibujos y cosas que iré colgando.
“Nunca, nunca, nunca podremos cambiar las circunstancias que nos han tocado o que nos tocará vivir. Nunca, nunca podremos elegir los acontecimientos. Nunca. Pero siempre, siempre, siempre, siempre podremos elegir nuestra actitud. Siempre. Ésa es nuestra gran libertad. Tú eliges tu actitud, tú eliges si vas a luchar o si vas a quejarte, tú eliges si vas a ser positivo o negativo, tú eliges si vas a ser optimista o pesimista, tú decides si vas a perseverar o lamentarte. Sólo tú haces esa elección. Sólo tú. Y cada elección, cada decisión, cada instante, cada comportamiento en tu vida te acerca un poquito más a la grandeza o te acerca un poquito más a la mediocridad. Ésa es tu decisión. Ésa es tu libertad.“
Réquiem por Aute, el poeta que se enamoró del Montgó y de «les calmes de gener» de Dénia
El cantautor desaparecido este sábado pasó muchos periodos de descanso en la ciudad, a veces junto a Carlos Arjona, el amigo al que le dedicaría tras su fallecimiento la famosa canción Che que Mal. En 1994 invitó a Dénia a Silvio Rodríguez
En una ocasión relató: «Las calmas de enero son unos días en que la luz y el silencio casi se pueden tocar y el mar es un espejo absolutamente inmóvil en donde se ve reflejada muy nítidamente cada estrella».
La ciudad gestionaba tributarle un homenaje en su presencia o la de su hijo
ARTURO RUIZ
En esta época hostil la noticia suena casi como a devastación para las almas, para muchas almas. Ha muerto uno de los grandes referentes de la canción y de la poesía en este país, Luis Eduardo Aute (Manila, 1943) a los 76 años edad. Aute que se encontraba retirado de los escenarios desde 2016, cuando sufrió un grave infarto contra cuyas secuelas luchaba desde entonces, tuvo una notable vinculación con Dénia. Tal y como recuerdan en 150 anys de Música i Ball a la Marina Alta Paco Carrió y Toni Reig, pasó en esta ciudad muchos periodos de descanso. Sabía de una casa frente a la playa.
Luis Eduardo Aute y Silvio Rodríguez, segundo y tercero por la izquierda y Carlos Arjona, sentado, junto a familiares y amigos tras degustar una paella. Fotografía: Elena Tello. Publicada en 150 anys de Música i Ball a la Marina Alta. Por cortesía de sus autores.
Así lo plasma esta impagable foto de Elena Tello de 1994 reproducida en el citado libro y en la que se puede contemplar a Aute junto al también cantautor cubano Silvio Rodríguez y, sentado, Carlos Arjona, el propietario de la casa y con quien le unió una intensa amistad.
De hecho, el fallecimiento de Arjona en 1997 le llevó a Aute a dedicarle Che que mal, una de esas canciones que se componen desde las entrañas y en la que inmortalizaba el Montgó y la atmósfera del invierno: «Y cuando enero sea un atardecer / y caiga el sol tras el Montgó, / quién me dirá: ja ho veus, va ser gener/ quan Déu va fer la creació. /Pero lo cierto es que no volverá…». Aute grabó esa canción en su disco Aire en 1998.
En el siguiente vídeo Aute, antes de interpretar la canción sobre un escenario en Ecuador, explicaba cómo se gestó la letra, aquella etapa de amistad con Arjona, los días de navegación y el «safari de olores» del jardín de la casa de su amigo, al que también alude en la composición. Por supuesto, también le informaba al público ecuatoriano de dónde se encontraba Dénia:
«Recuerdo, sobre todo, en el mes de enero unos días que yo estuve en Denia, cuando Carlos Arjona me dijo “te voy a mostrar las calmas de enero”. Las calmas de enero son unos días en que la luz y el silencio casi se pueden tocar y el mar es un espejo absolutamente inmóvil en donde se ve reflejada muy nítidamente cada estrella».
«En la noche, cuando tumbados en la barca estábamos viendo esas calmas, decía en su lengua, “che quin gust”, “che qué bo, che que be”.»
Años después, Aute aseguró que le costaba mucho cantar ese tema y que prácticamente no lo hacía «porque no puedo contener las lágrimas».
Los versos plasman cómo Aute, que amó tantas cosas, amó pues Dénia también. Hace unos meses, Paco Carrió rememoraba que en aquella visita del año 94 le enseñó a Silvio Rodríguez algunos de los parajes más hermosos de la ciudad y que juntos se fueron pescar al río Alberca. También fue en la capital de la MarinaAlta donde el cantautor ahora desaparecido retrató su famoso cuadro del pez. Entre sus cosas amadas, se hallaba también la pintura.
El homenaje aún posible
Fruto de esta vinculación hacía ya tiempo que en Dénia se venía impulsando un homenaje a Aute, en el que junto a Carrió y Reig también estaban involucrados el Cine-Club Pessic y la concejalía de Cultura. La iniciativa debía contar con una actuación musical y la proyección de imágenes del cantautor durante sus estancias en la ciudad; se gestionaba la posible presencia del artista en Dénia o, dado su delicado estado de salud, de su hijo. De hecho, la alternativa de contar con este último y seguir adelante con el homenaje permanece abierta.
«La cruz de Monte Arruit»: la guerra del Rif, oprobio de España
El periodista Enrique Meneses Puerta dio testimonio de su alistamiento en los Regulares de Melilla que se enfrentaron a Abd-el-Krim
Asegura Milan Kundera en «El arte de la novela» que es improcedente que los diversos caracteres que aparecen en una narración carezcan de una historia previa que explique su presencia. «Ningún personaje sin pasado», dice el checo. Esa norma no es respetada en el libro «La cruz de Monte Arruit», escrito en 1922 por el periodista español Enrique Meneses Puertas (1894-1987), una interesantísima obra sobre sus peripecias personales en la Guerra del Rif (1920-1926) entre el Ejército español y las cabilas lideradas por Abd el-Krim. Una conflagración desequilibrada, debido a que se enfrentaban un ejército convencional y un grupo de guerrilleros indígenas. Y pese a semejante desequilibrio inicial, que debía ser favorable a los españoles, resultó ese enfrentamiento una catástrofe, marcial, desde luego, pero también política, social y material.
El punto de inflexión del mal fario español en el Rif fue el Desastre de Annual (1921), una retirada caótica de los soldados hispanos en la que fueron perseguidos por tres mil moros que lograron asesinar a doce mil militares ibéricos. Varios de los soldados que huían de Annual, al menos tres mil, se atrincheraron precariamente en una posición, Monte Arruit, que resultó asediada. Los mandos solicitaron al Alto Comisario que les socorriera. Meneses, un «niño pijo» heredero de una fortuna, se encontraba, en el momento del Desastre, en París, dedicado a la vida nocturna, rodeado de aristócratas, capitanes de industria, actrices de moda y «cocottes» variopintas.
Voluntario
Entregado al consumo de «champagne» y al coqueteo con jóvenes de la gran burguesía parisina, asegura en estas páginas, escritas con indudable talento y en ocasiones con gran altura literaria, que en ese ambiente se sentía «idiota» e «inútil». Ante las noticias sobre Annual, optó, repentinamente, por presentarse voluntario como soldado raso en Marruecos. El patriotismo es una emoción tan oscura como real. Procede de un conglomerado de sentimientos que resulta difícil de descifrar. Yo hubiera estado interesado en que Meneses explicara las razones que le motivaron a abandonar su vida muelle de París para acudir al gran cementerio que para entonces suponía el conflicto armado en Marruecos sin otro interés que combatir por España. Pero no lo explica.Ya habíamos señalado que tampoco describe el pasado de los numerosísimos caracteres que aparecen.
«Los más varoniles»
Así lo justifica: «Eran los más varoniles». Y, de hecho, cuando retrocedieron en Annual, estalló la «cobardía general», iniciando los soldados españoles una huida sin rumbo en la que corrieron arrojando sus equipos para que los indígenas que les perseguían se entretuvieran en recogerlos. Este libro de memorias está repleto de relatos similares. Algunos resultan espeluznantes. Linchamientos de moros tomados prisioneros. Torturas consistentes en la amputación de los dedos. Y, sobre todo, la tendencia a cortar las cabezas de los enemigos, que en el lado español se vendían a «cinco duros» cada una, señala Meneses. Si bien no aparecen tampoco en estas páginas las razones enfrentadas que por entonces se esgrimían en España (Parlamento, prensa, salones, bares) por parte de los colonialistas y de los anticolonialistas sobre la guerra de África, Meneses sintetiza los defectos estructurales que presentaba el Ejército.
Así, improvisación, desorganización y escaso armamento y pertrechos de los soldados, pese a contar con un presupuesto gigantesco (derrochado en pagos a jefes y en corrupción), por un lado, y temeridad e ineficacia de los mandos, por otro, con referencias escasas a operaciones victoriosas. Meneses resultó herido en la cabeza. Fue trasladado a su casa, en Úbeda, donde redactó este terrible documento sobre uno de los más atroces episodios militares sufridos por España, contado día a día, con pormenores unas veces crueles e indignos y otras con observaciones sobre el carácter nacional, la milicia y la sociedad de la época.
El rescate de los sitiados en Arruit nunca se produjo. Se rindieron. Y los moros asesinaron a todos. Tomaron prisioneros a los oficiales, por los que pidieron un rescate, que se pagó. El libro se cierra con esta frase: «Todos somos culpables de que España no prospere».
oOo
Desde mi rincón de pensar:
Yo Joaquin ( solo Joaquin ) reciente he leido este libro como se dice arriba escrito por este hombre Enrique Meneses famosa familia en su época de la industria de la plateria y orfebreria, periodista él, en 1922 en una primera edición luego de ser retirado, sumido en el olvido como vergüenza nacional para que el ciudadano viva sin conocer ( como siempre ha pasado ) la historia y hasta casi 100 años despues por una casualidad aparece un ejemplar y se vuelve a editar.
Se conocia la historia de ese desastre 12000 españoles masacrados en esa batalla de esa guerra pero no como se llevó a cabo ni en que condiciones, como era su vida allí y como fuerón abandonados a su suerte por un gobierno formado por inútiles, ávidos de poder que tiró la piedra y escondió la mano sin importar la suerte de esa gente. Es un documento escrito por alguien que vivió aquel momento y se juró denunciar aquel calvario.
Recomiendo este libro hoy, 100 años despues cuando a punto estamos de llegar no solo a esa cifra de muertos por el coronavirus, sino a superar con creces desgraciadamente por el mismo error de los que nos gobiernan herederos de aquellos en las mismas formas a los que su pueblo importa NADA.
No creo en los políticos, creo en las personas buenas. Esas personas que no opinan cuando " acabe todo esto solo desean que todo sea como antes " porque eso alimenta este sistema apesebrado y corrupto e hipócrita alimentado por la ignorancia cada dia, recortando derechos a todos donde impera el amiguismo, enchufismo e inutilismo en su élite política dejando a un lado a todo lo demás que no sea su propio beneficio e ideas políticas de partido. Esas personas nunca suman siempre restan y nos tienen nadando en la mierda dopándo de falso patriotismo con su indecencia por otro lado profanando sus promesas, juramentos. Por eso cuando esto termine mi esperanza y la de muchos es depurar responsabilidades no solo del gobierno actual para que dentro de 100 años o antes no se repita otro Monte Arruit ni desastre de Annual. Esta enfermedad y menos la muerte no distingue razas, ideas políticas, ricos o pobres. Los verdaderos heroes son los profesionales de la salud en primera linea de fuego. Esta enfermedad pone a cada uno en su lugar.