Mi homenaje a Luis Eduardo aute.
Réquiem por Aute, el poeta que se enamoró del Montgó y de «les calmes de gener» de Dénia
- El cantautor desaparecido este sábado pasó muchos periodos de descanso en la ciudad, a veces junto a Carlos Arjona, el amigo al que le dedicaría tras su fallecimiento la famosa canción Che que Mal. En 1994 invitó a Dénia a Silvio Rodríguez
- En una ocasión relató: «Las calmas de enero son unos días en que la luz y el silencio casi se pueden tocar y el mar es un espejo absolutamente inmóvil en donde se ve reflejada muy nítidamente cada estrella».
- La ciudad gestionaba tributarle un homenaje en su presencia o la de su hijo
ARTURO RUIZ
En esta época hostil la noticia suena casi como a devastación para las almas, para muchas almas. Ha muerto uno de los grandes referentes de la canción y de la poesía en este país, Luis Eduardo Aute (Manila, 1943) a los 76 años edad. Aute que se encontraba retirado de los escenarios desde 2016, cuando sufrió un grave infarto contra cuyas secuelas luchaba desde entonces, tuvo una notable vinculación con Dénia. Tal y como recuerdan en 150 anys de Música i Ball a la Marina Alta Paco Carrió y Toni Reig, pasó en esta ciudad muchos periodos de descanso. Sabía de una casa frente a la playa.
Así lo plasma esta impagable foto de Elena Tello de 1994 reproducida en el citado libro y en la que se puede contemplar a Aute junto al también cantautor cubano Silvio Rodríguez y, sentado, Carlos Arjona, el propietario de la casa y con quien le unió una intensa amistad.
De hecho, el fallecimiento de Arjona en 1997 le llevó a Aute a dedicarle Che que mal, una de esas canciones que se componen desde las entrañas y en la que inmortalizaba el Montgó y la atmósfera del invierno: «Y cuando enero sea un atardecer / y caiga el sol tras el Montgó, / quién me dirá: ja ho veus, va ser gener/ quan Déu va fer la creació. /Pero lo cierto es que no volverá…». Aute grabó esa canción en su disco Aire en 1998.
En el siguiente vídeo Aute, antes de interpretar la canción sobre un escenario en Ecuador, explicaba cómo se gestó la letra, aquella etapa de amistad con Arjona, los días de navegación y el «safari de olores» del jardín de la casa de su amigo, al que también alude en la composición. Por supuesto, también le informaba al público ecuatoriano de dónde se encontraba Dénia:
«Recuerdo, sobre todo, en el mes de enero unos días que yo estuve en Denia, cuando Carlos Arjona me dijo “te voy a mostrar las calmas de enero”. Las calmas de enero son unos días en que la luz y el silencio casi se pueden tocar y el mar es un espejo absolutamente inmóvil en donde se ve reflejada muy nítidamente cada estrella».«En la noche, cuando tumbados en la barca estábamos viendo esas calmas, decía en su lengua, “che quin gust”, “che qué bo, che que be”.»
Años después, Aute aseguró que le costaba mucho cantar ese tema y que prácticamente no lo hacía «porque no puedo contener las lágrimas».
Los versos plasman cómo Aute, que amó tantas cosas, amó pues Dénia también. Hace unos meses, Paco Carrió rememoraba que en aquella visita del año 94 le enseñó a Silvio Rodríguez algunos de los parajes más hermosos de la ciudad y que juntos se fueron pescar al río Alberca. También fue en la capital de la Marina Alta donde el cantautor ahora desaparecido retrató su famoso cuadro del pez. Entre sus cosas amadas, se hallaba también la pintura.
El homenaje aún posible
Fruto de esta vinculación hacía ya tiempo que en Dénia se venía impulsando un homenaje a Aute, en el que junto a Carrió y Reig también estaban involucrados el Cine-Club Pessic y la concejalía de Cultura. La iniciativa debía contar con una actuación musical y la proyección de imágenes del cantautor durante sus estancias en la ciudad; se gestionaba la posible presencia del artista en Dénia o, dado su delicado estado de salud, de su hijo. De hecho, la alternativa de contar con este último y seguir adelante con el homenaje permanece abierta.
CHE QUE MAL
«Te fuiste, amigo, sin decir adiós,
sin dar ninguna explicación.
Ya sé que fue por un golpe de tos
y no por mala educación.
Aunque, de todos modos, qué marrón,
zarpar así, sin avisar,
sabiendo que sin tu tripulación
no te gustaba navegar.
Pero lo cierto es que no volveré
a oír tu «che, quin gust»,
tu «che, què bó», tu «che, què bé»
tu corazón no lo aguantó,
te reventó
che, qué mal, che, qué mal…
Qué fuego urgente había que apagar,
qué prisa en irte, qué ocurrió,
si a mejor vida no podrás pasar,
incluso el Papa te envidió.
De nada, amigo, te podrás quejar…
hasta te amó una emperatriz.
Tu reino era la Inmensidad del mar
y tu bandera, ser feliz.
Pero lo cierto es que no volveré…
Y cuando llegue la «Nit de Sant Joan»
oliendo a piras y a jazmín.
quién montará «safaris», capitán,
cazando olores del jardín.
Y cuando enero sea un atardecer
y caiga el sol tras el Montgó,
quién me dirá: «ja ho veus, va ser al gener
quan Déu va fer la Creació»».
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